sábado, marzo 28

La Tira Cómica y el Cine de Animación



Escribe: Gerardo Cailloma Navarrete

Quizá uno de los géneros más hermosos que se ha generado en las artes literarias y audiovisuales es el fantástico: grandes narradores han abordado para deleite de millones de lectores, el cuento y la narración fantástica, como una extraordinaria prolongación de los sueños y del inconsciente colectivo que ya forman parte del patrimonio de la humanidad.

La música, pintura, escultura, también lo han hecho; pero es la literatura en la que más se creó: Andersen, Wilde, Wilhem Grimm, entre muchos más, nos han dado un vasto repertorio que nos ha acompañado desde la niñez nuestra y de la Humanidad en general.

El cine no fue ajeno (ni, espero, nunca lo sea) a este maravilloso género que hizo prácticamente como suyo ante la imputación de muchos artistas e intelectuales, que estaban a favor y en contra del naciente arte: la máquina de sueños (Traummaschine).

Fue un hombre de gran visión quien descubrió esa gran capacidad de la imagen en movimiento: George Méliès. Gracias a él el cine descubre algo maravilloso y que arrastra a multitudes: los efectos especiales para un propósito específico, el de entretener.

Por otro lado, la revolución de las comunicaciones desde el siglo XIX en adelante fue creando a través de los diversos medios empleados, sobre todo el periodismo, una serie de propuestas comunicativas tanto nuevas como algunas antiguas, pero que no habían destacado por alguna razón del momento; así la novela de misterio y la de ciencia ficción tuvieron su apogeo gracias a las entregas diarias, semanales o quincenales que alcanzaron grandes escritores como Julio Verne.

Así también fueron apareciendo los primeros anuncios, lo que luego sería la Publicidad; y luego algunos dibujantes vieron en estos nuevos periódicos publicadas sus propuestas de pequeñas historias gráficas, llamadas viñetas.

Es el nacimiento masivo de la Tira Cómica. La propuesta como tal es más antigua, algunos las datan a los dibujos y jeroglíficos del antiguo Egipto; cierto es, uno al ingresar a las tumbas del Valle de los Reyes frente a Luxor, uno ve la historia contada y graficada del dueño de la tumba.

Pero todo apunta a que las viñetas tal como las conocemos empiezan en 1820, cuando se publicaron ciertas bandas dibujadas llamadas Aleluya o Aucas, y tenían intenciones educativas (esto aún se hace, sino vean todas las propuestas educativas sobre todo en materia de salud).

El desarrollo del periodismo y la difusión de ésta en dichos diarios les permitió ir madurando e independizándose; el aporte de la caricatura y la incorporación de los globos lingüísticos ya la hacen actual.

La Lingüística en los 60 le va a dar un extraordinario valor en el desarrollo del campo de la semántica y la semiótica. Es así que se van creando escuelas de tiras cómicas alrededor del mundo.

Algunas tienen toda una carga ideológica demasiado evidente y es a través de ellas que se va conociendo el mundo (por ejemplo el estilo americano de vida y Archie y sus amigos).

Francia (a la cual llama Bande Dessinée) tuvo también toda una extraordinaria producción (es, en cierta manera, la cuna de este arte menor); los artistas galos sacan a relucir una serie de personajes y quedan fijos en el imaginario social: ASTERIX en Francia y por la parte francófona de Bélgica, TIN TIN.

Muchos han visto en estas propuestas cierto chauvinismo y racismo, pero son también, como cualquier manifestación de arte, producto de una coyuntura, una época.

En Latinoamérica va a ser Argentina la que lleve la batuta y nos sorprende con dos grandes maestros: QUINO y FONTANARROSA. MAFALDA es la niña incómoda que asusta a los regímenes militares y estos la van a tildar de comunista o izquierdista.

Quino debe irse del país. Con él parte mucha intelectualidad, ya que la junta militar argentina (como la chilena) vio con malos ojos que estas figuritas hablen mal de ellos.

Como los títeres, los personajes de las tiras cómicas destilan filosofía popular, modo de pensar de una sociedad y reflejan los problemas y pobrezas del momento que les tocó vivir; esto se ve evidente en casos norteamericanos como POP EYE (ojo reventado) quien debe luchar contra la amenaza amarilla japonesa; obvio, surge durante el ataque de Pearl Harbor.

Oriente va a dar una producción extraordinaria que en un principio estuvo centrada para el público japonés; luego se expande al mundo como MANGA. Luego pasa al cine como ANIME.

Para un público adulto de más de 60 años, esto les es extraño; para los de 50, han sido testigos de varios manga en televisión: ASTROBOY, EL HOMBRE DE ACERO.

Hoy por hoy, el cine y la tira cómica se complementan. Han alimentado el uno al otro en las nuevas producciones surgidas. Pero ambos corren el peligro de quedar en una mera acumulación de efectos especiales o dibujos fantásticos, peligro que ha arrastrado a un sinfín de realizadores-artesanos, quienes se han jactado de hacer cine, por ejemplo, cuando ya nada dista de haber creado una suerte de play-station. Simplón y sin contenido.

Personalmente, un triste ejemplo de esto es la manida trilogía de Matrix, que ha ido decayendo hasta presentar una tercera versión dedicada al culto del efecto especial, y haber dejado el arte en casa.

Una vez pregunté a un chico de unos 19 años qué le había gustado de la última película de dicha trilogía y de qué trataba; no me supo decir a ciencia cierta de qué trataba, pero sí me dio un cúmulo de descripciones fotográficas, pero no personajes definidos en una narración sólida.







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